Uno de los errores más pasados por alto en la impresión 3D metálica no ocurre durante la impresión, sino mucho antes: en la etapa de diseño. Con frecuencia, los ingenieros llevan la creatividad al límite sin considerar plenamente una de las restricciones más rígidas: el tamaño de la cámara de impresión. Diseñar piezas que exceden el volumen de construcción de la impresora puede convertir un proyecto bien planificado en un verdadero dolor de cabeza, requiriendo rediseños, estructuras de soporte adicionales o estrategias de segmentación y ensamble que aumentan el costo, la complejidad y los posibles puntos de falla.
Las piezas sobredimensionadas no solo necesitan retrabajo, sino que también interrumpen todo el flujo de producción. Dividir componentes grandes puede introducir tolerancias dimensionales más difíciles de controlar y aumentar la necesidad de posprocesamiento e inspección. En industrias donde la precisión no es negociable, como la aeroespacial o la médica, esta incertidumbre adicional puede traducirse en riesgos reales de desempeño.
Planificar teniendo en cuenta la cámara de impresión no significa limitar la creatividad, sino diseñar de manera inteligente dentro de la realidad de manufactura. Al comprender las limitaciones de la máquina desde el inicio, los ingenieros pueden diseñar pensando en la fabricabilidad, reduciendo los tiempos de entrega y minimizando las iteraciones. Un diseño inteligente equivale a impresiones más rápidas, menos desperdicio y menos sorpresas en el taller.
En Scojet, nuestros equipos de diseño y DfAM (Design for Additive Manufacturing) trabajan de cerca con los clientes para optimizar geometrías, segmentar solo cuando es necesario y aprovechar al máximo las capacidades de cada máquina. Antes de hacer clic en “imprimir”, asegúrate de que tu pieza no solo se ajuste a la visión… sino también a la cámara.